En la Competencia Internacional se presentó Arturo a los 30, de Martín Shanly, que también pasará por el Bafici.
Por Hernán Cortés (Desde Montevideo)
Debe haber pocas situaciones sociales más incómodas que un casamiento al que se va por compromiso. Eso le sucede al treintañero Arturo, que es invitado al matrimonio de su supuesta mejor amiga, aunque hace mucho que no habla con ella, y tampoco tiene demasiado feeling con otros concurrentes, incluso con sus propios familiares. Desocupado hace tiempo, sin pareja a la vista, ya desde la iglesia debe mantener forzadas conversaciones sobre "que es de tu vida" con los conocidos que se cruza. Pero un accidente de camino al club donde se hace la fiesta le hace repasar algunas etapas de su pasado.
En su segundo trabajo luego de Juana a los 12 (2014), el propio Shanly encarna a este adolescente tardío que parece estar siempre desfasado de tiempo y espacio. El eje de la narración es el casamiento, que transcurre en marzo de 2020 (hay referencias al arribo del Covid-19 a nuestro país), y se intercala con flashbacks a años anteriores, donde Arturo debe cuidar a su hermana menor en ausencia de sus padres, asiste a los ensayos de una obra dirigida por su cuñada o viaja a Esquel con un amigo trans.
El tono absurdo y la falta de conexión entre los personajes recuerdan al cine de Martín Rejtman (de hecho, Arturo parece un antihéroe extrapolado de alguno de sus films). Si bien puede parecer en principio una mera acumulación de situaciones (algunas más inspiradas que otras), la película, sin llegar a ser un retrato generacional, resulta una aguda observación sobre aquellos jóvenes adultescentes en permanente búsqueda de su lugar en el mundo.
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