Breve reseña de tres propuestas que pasaron por esta 41ª edición.
Por Hernán Cortés (Desde Montevideo)
-BAD LIVING (Joao Canijo): Título más que elocuente ("Mal vivir") para una película dura, incómoda, hasta podría decirse cruel, que integra la Competencia Internacional. Las tensiones entre cuatro mujeres que regentean un hotel en un balneario portugués se agudizan cuando Salomé, hija de una de ellas, Piedad, vuelve a vivir en esa especie de clan tan simbiótico como tóxico. Tras la muerte de su padre, la chica no le perdona a su madre, alguien con evidentes problemas de depresión, haberla abandonado tantos años, Pero Piedad -toda una paradoja este nombre- no solo recibe hostilidad de parte de su hija, sino también de su propia madre, una mujer inflexible y verdadera propietaria del lugar. Alternando encuadres a distancia con planos largos, Canijo entrega más de dos horas de pases de facturas, maltratos y demás miserias (incluso entre huéspedes del hotel) que pueden colmar la paciencia de algún espectador, pero así y todo no deja de ser una propuesta que va al hueso en los siempre complejos vínculos familiares.
-THE BRIDE (Sérgio Tréfaut): Basado en hechos reales, este film que pasó por Venecia y que aquí integra la sección Panorama sigue los pasos de Bárbara, una chica francesa que ingresa ilegalmente a Irak junto a su marido. Al fusilarlo a él por terrorista, ella queda en Daesch en un limbo, con dos hijos y uno en camino, junto y un grupo de mujeres en su misma situación, mientras se resuelve si son condenadas o no. Brasileño radicado en Portugal, Tréfaut filma con sobriedad ese territorio en ruinas y aborda esa suerte de purgatorio de Bárbara, que debe soportar interrogatorios y cuestionamientos tanto del Estado islámico como de la familia de su marido (hay una breve aparición de la española Lola Dueñas). Seca y austera como muchas de las películas de esa región, es un interesante caso que ejemplifica los calvarios que padecen muchas mujeres allí.
-SOMETHING YOU SAID LAST NIGHT (Luis de Fillippis): Las vacaciones familiares y sus fricciones son un tópico harto tratado en el cine. En esta película canadiense que integra la Competencia de Nuevos Realizadores, la que no parece encajar es Renata, una chica trans que a la despidieron del trabajo y acompaña a su familia (madre, padre y hermana) a pasar unos días en un complejo de bungalows junto al río. En ningún momento los suyos le cuestionan su identidad sexual, no pasa por ahí el conflicto, pero por sus mohínes y su apatía, Renata parece más una típica adolescente malhumorada que la ya veinteañera larga que es. Puertas afuera sí nota algún atisbo de discriminación (por ejemplo, cuando acompaña a su hermana a salir con unos muchachos), pero la película no hace mella de eso sino de las vicisitudes de alguien que aún no encontró su lugar en el mundo. Lástima que la protagonista y su arquetípica familia no logren transmitir demasiada empatía.
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