El Festival Cinematográfico del Uruguay comenzó ayer y se extiende hasta el proximo domingo 24, donde se proyectarán 170 películas entre largos y cortos. El film de apertura fue Avec amour et acharnement, de Claire Denise.
Por Hernán Cortés (Desde Montevideo)
En la misma semana que se crisparon los ánimos de la comunidad cinematográfica argentina, a un río de distancia, en Montevideo, todo es celebración: la Cinemateca Uruguaya cumple 70 años y el Festival que la entidad lleva adelante festeja sus 40, además
de retornar, luego de dos temporadas de pandemia, a su tradicional fecha
dentro de la Semana de Turismo (la Semana Santa de aquí). Son números redondos que hacen pensar en la vigencia de este espacio a la hora de promover el cine de calidad. Durante la dictadura militar que atravesó al país durante los setenta y ochenta, la Cinemateca fue además un refugio para quienes querían respirar un poco de aire distinto al que se vivía en las calles. En 2018, la institución se mudó de sus historícas salas de la avenida 18 de julio a un moderno complejo perteneciente a la Corporación Andina de Fomento, en el borde de la Ciudad Vieja montevideana.
En esta oportunidad, el Festival, que comenzó ayer con la proyección de
Avec amour et acharnement, de Claire Denise, en el bellísimo teatro Solís, reúne a 170 películas repartidas entre largos y cortos. Además de siete secciones competitivas, habrá apartados como Ensayo de Orquesta (dedicado a la música), Ojo con el Cine (donde el cine reflexiona sobre sí mismo) y un foco de cine suizo contemparáneo, entre otros. Las sedes serán las salas de la Cinemateca, el complejo Life 21 de Pocitos y la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño. Además, habrá una extensión en el departamento de Canelones y, por primera vez, el Festival contará con una plataforma de streaming.
Ganadora en la categoría Mejor Dirección en la última Berlinale, en Avec amour et acharnement la francesa Claire Denise decidió que unan fuerzas dos pesos pesados como Juliette Binoche y Voncent Lindon para darle vida Sara y Jean. Ella es conductora de un programa radial y él un ex presidiario que intenta reinsertarse socialmente. Parecen una pareja feliz (la primera escena, filmada en un paradisiáco lago, es idílica), pero la reaparición de Fraincoise, un antiguo amante de Sara y amigo de Jean, moverá los cimientos de ese vínculo. Fraincoise le ofrece a Jean un trabajo de "cazatalentos" juveniles en un club de rugby, de modo en que los tres volveran a frecuentarse, y por lo que se ve, entre él y Sara hubo un fuego cuyas cenizas tardan en extinguirse.
A lo largo de sus casi dos horas, la película sigue las tensiones de esta relación tripartita: Francoise avanza sobre Sara como si nada hubiera sucedido, ésta se debate entre el deseo y la fidelidad y Jean siempre parece hacer la vista gorda. Hay en este triangulo de amor bizarro toxicidad, manipulación, perversidad, pero por momentos el film queda atrapado en una histeria exasperante, donde Sara y Jean se dedican más a lanzarse dardos que a reflexionar verdaderamente sobre qué pasa con ellos (y con Francoise). Fragmentos de un enfermizo discurso amoroso...
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