Desterro (Brasil-Argentina-Portugal/2020). Dirección: María Clara Escobar. Elenco: Carla Kinzo, Otto Jr., Rômulo Braga, David Lobo. Guión: María Clara Escobar. Fotografía: Bruno Risas. Edición: Federico Rotstein, Patricia Saramago. Sonido: Tales Manfrinato. Distribuidora: Cinetren. Duración: 127 minutos. Salas: Gaumont.
Por Hernán Cortés
¿Hay una trama en Desterro? Podría ser ésta: Israel y Laura, una joven pareja brasileña con un hijo pequeño, parecen haber llegado a un punto muerto en su relación: poca conexión, largos silencios, sensación de hartazgo. De pronto, Laura desaparece inesperadamente y, al poco tiempo, a Israel le avisan que encontraron su cuerpo en Argentina y debe ir a reconocerlo.
Pero la anécdota es mínima, ya que el debut en ficción de María Clara Escobar -que el año pasado pasó por el Festival de Rotterdam- privilegia los climas por sobre la acción dramática, lo que quizás irrite a muchos que, durante las más de dos horas de película, esperan que pase "algo". Israel y Laura son apenas el centro gravitante de una galería de personajes (familiares, amigos, extraños) que entran y salen de cuadro tan cargados de incomunicación como los protagonistas. Allí los vemos envueltos en diálogos erráticos, soliloquios y una frustración perenne.
La película está dividida en tres actos: el primero detalla la cotidianeidad de la pareja, luego adopta el punto de vista de Israel, con los burocráticos trámites para repatriar el cuerpo de su mujer, y por último, la fuga hacia adelante de Laura, que se sube a un micro con destino incierto. Valiéndose de una puesta austera, donde se combinan gélidos planos fijos y rotros adustos, Escobar retrata una sociedad ensimismada, acaso signo de estos últimos tiempos de aislamiento y soledad. Una bienvenida rareza para la cartelera local.
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