Por Hernán Cortés
Primero enero, debut del cordobés Darío Macambroni, había resultado una sorpresa en el Bafici de 2016. Ganadora de la Competencia Argentina, se trataba una película cálida, honesta, sensible, que se centraba en el vínculo entre un padre recién separado y su hijo de 10 años. En Mochila de plomo, su segundo opus e integrante este año del mismo certamen, el director mantiene el tono intimista y el peso de la ausencia como idea central de aquel primer film. Pero aquí son los niños quienes gobiernan la pantalla y los adultos meros satélites que orbitan a su alrededor.
La película hace foco en Tomás (Facundo Underwood), un chico de 12 años que parece estar a la buena de Dios. Su padre fue asesinado en circunstancias turbias y ni su madre, ni sus tíos, ni su abuelo, ni gente que lo conocía parece tener intenciones de aclarárselas. Su única referencia será Pichín (Gerardo Pascual), un amigo tan desamparado como él, quien le señala a un posible autor que acaba de salir de la cárcel, e incluso le proporciona un arma para una eventual venganza.
En su breve duración (68 minutos), Mochila de plomo narra ese día en la vida de Tomás, que puede marcar un antes y un después. Mascambroni irá dosificando la información siempre respaldándose en la naturalidad Underwood y Pascual (ambos verdaderos hallazgos) para llevar adelante la trama. El manso paisaje de Villa María oficia de escenario para esta pequeña gran historia de soledad interior, de inocencia interrumpida y de primeras decisiones. El cine cordobés sigue sorprendiendo gratamente.
- Mochila de plomo se exhibe el jueves 19 a las 16:30 hs en Village Recoleta y el sábado 21 a las 19:40 hs en Village Caballito.
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