Por Hernán Cortés
La Victoria del título (Virginie Efira) es una abogada joven, bonita y eficiente pero que acarrea una insatisfacción producto de su mala suerte con los hombres. Luego de varias frustraciones, ha ido perdiendo interés en el sexo opuesto y ahora debe lidiar con dos hijas y un ex marido que amenaza publicar un libro de "ficción" sobre -oh, casualidad- una abogada de nombre Victoria que se acuesta con jueces.
Las cosas se complican aun más para nuestra anitiheroína cuando acepta defender a su amigo Vincent (Melvil Poupaud), acusado de apuñalar a su mujer, y es apartada del caso por relación de partes. Allí entrará en escena Sam (Vincent Lacoste), un ex cliente que se dedicaba al narcotráfico, que comenzará a trabajar de asistente pero que paulatinamente irá influyendo sobre Victoria no sólo en lo profesional, sino también en lo afectivo.
Los imprevistos que atraviesa la protagonista logran entretener durante la primera mitad de la película, pero en el tramo posterior todo se vuelve un tanto sobrecargado, con situaciones que se estiran innecesariamente. De todas maneras, no deja de ser una simpática reflexión sobre la crisis de los cuarenta, el amor líquido y las imcompatibilidades entre el trabajo y la vida íntima.
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