Por Hernán Cortés
María Victoria Menis estuvo a punto de dejar el cine. O, mejor dicho, el cine estuvo a punto de dejarla a ella. Aunque ya tiene seis películas sobre sus espaldas -en las que predominan los tonos sensibles y los personajes entrañables (El cielito y María y el araña son algunos de sus films)-, la directora no es ajena a las vicisitudes padecidas por todo cineasta que no orbita la masividad: dificultades para conseguir fondos, tiempo y esfuerzo para filmar, incertidumbre sobre cuándo estrenar, buscar condiciones dignas para cada nuevo film, etc.
Mi hist(e)ria en el cine transcurre en un momento en el que Menis llega a replantearse si seguir haciendo lo que le apasiona pero tanto le cuesta o tirar la toalla y buscar un trabajo "normal". Ante esto, tomó la cámara y salió compartir esa crisis junto a los suyos. Lejos de ser un ego trip pero conscientemente autorreferencial, este breve documental (61 mínutos) se compone de testimonios de familia y amigos, enamorados del cine igual que Victoria (el marido es productor, los hijos son directores -lo mismo que su amiga Franca González- y los padres son cinéfilos), que la alientan a continuar.
Pese a que se rescata la frescura de alguna escena en la intimidad del hogar, la película funciona menos como atractivo cinematográfico que como catarsis personal. No puede reprochársele a la directora el carisma que falta en sus entrevistados (su madre, quizás, sobresale un poco), aunque sí pudo haberse explayado un poco más sobre su situación particular: todos estamos al tanto de las dificultades que conlleva filmar, pero sería de gran utilidad conocer ejemplos y detalles concretos. Hechas estas pequeñas observaciones, se celebra que Menis siga haciendo cine. Su obra previa a esta suerte de bisagra lo merece.
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