Por Hernán Cortés
La profesora Maria Drazdechova es una figura de peso dentro del colegio donde enseña, no tanto por su rol como docente sino por su poder político. Ocurre que en la Checoslovaquia de mediados de los 80 rige el comunismo y Drazdechova mantiene aceitados vínculos con del PC (es viuda de un importante dirigente), influencia que le permitirá ser temida no sólo por sus alumnos, sino también por sus padres.
El undécimo film del checo Jan Hrebejk está basado en un caso real pero abordado en clave de tragicomedia. La maestra del título es retratada como una mujer perversa y manipuladora (buena performance de Zuzana Mauréry), capaz de intercambiar buenas calificaciones por favores relacionados con las profesiones de sus padres: a un empleado aeroportuario le pedirá que le haga de correo, intentará que un técnico le arregle el lavarropas, al esposo de una exiliada opositora le sonsacará información, y asi, incluyendo a más de un alumno que le limpia la casa y le hace las compras. El intento de suicidio de una de las chicas de la clase, agobiada por la presión, hará que algunos padres se revelen ante esta suerte de dictadura lectiva.
El eje narrativo de la película es una reunión entre los padres y las autoridades del colegio para decidir qué hacer con la cuestionada docente. Allí se irán reconstruyendo algunos de estos casos de abuso, intercalados con los debates entre los que prefieren mirar para otro lado y quienes quieren hacer justicia. Pese a que se trata de una asordinada crítica al comunismo -por momentos al borde del humor negro-, lo que la película deja en evidencia es que las miserias, los egoísmos y las prepotencias de algunos padres no son exclusividad de los actuales y tan conflictivos grupos de WhatsApp.
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