Por Hernán Cortés
¿De qué hablamos cuando hablamos de ser linda? En esta ópera prima que tuvo un elogioso paso por Rotterdam (ganó en la sección Bright Future) y Bafici (obtuvo el premio a la Mejor Directora en 2016), la joven Melisa Liebenthal y sus cinco amigas de toda la vida repasan, a modo de catarsis colectiva y con agudo sentido del humor, una pubertad y una adolescencia no tan lejanas, atravesadas por las mandatos sociales y los cánones de la belleza que recaen sobre la mujer.
Con una memorabilia compuesta por fotos y filmaciones como hilo conductor, la directora entrevista a cada una de las chicas, y serán esos relatos -a los que se agregan las vivencias (y los traumas) de la propia Liebenthal- los mojones que enlazan el recuerdo de esa etapa definitiva, no sólo para la mujer sino para el ser humano en sí. Es allí donde aparecen las primeras inseguridades, los cambios en el cuerpo, los acercamientos al sexo opuesto y, por sobre todo, las expectativas y los tabúes familiares.
Como sucede con todo documental autobiográfico, La lindas corre el riesgo de regodearse en lo autorreferencial. Afortunadamente -pese a un par de microficciones que pudieron haberse evitado-, no es éste el caso. Los testimonios (frescos, creíbles) se articulan fluídamente con el abundante archivo de Liebenthal (ya había una incipiente cineasta en ese hobby de filmar) en los justos 77 minutos que dura la película.
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