Por Hernán Cortés
A Jim nada parece salirle bien. Adolescente solitario y un tanto freak, sus compañeros de colegio lo toman de punto, la chica que le gusta sale con su único ¿amigo? y sus padres apenas reparan en él, entre algunos otros traumas. Solo encuentra alivio encerrándose en el cine de su pueblo, jugando al Nintendo (la película está ambientada en los 90´) y paseando a su perro, que para colmo de males termina escapándose.
Dirigida, escrita y protagonizada por él mismo, Craig Roberts no tiene piedad con su criatura. Aunque la vida de Jim tuerce el rumbo con la llegada de su nuevo vecino Dean, un galán motorizado que parece salido de una película de los 50´ (es más que obvia la referencia a James Dean). Bajo el ala de esta suerte de hada madrina, Jim cambiará su estética (tendrá más "onda") y comenzará a ser respetado por sus rivales (los vence en una maratón a punta de pistola). Pero el enigmático y manipulador Dean también establecerá lazos con los padres de Jim, por lo que se convertirá en una amenaza incluso para su protegido.
Roberts traza este entretenido relato de coming of age con una ajustada dosis de humor negro, a la que también le agrega climas de terror y suspenso (la sórdida habitación donde duerme el protagonista, la película del barbero asesino que ve una y otra vez, el semblante siempre-a-punto-de-estallar de Roberts). Aún a los tropiezos, un patito feo siempre tiene la posibilidad de volverse cisne.
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