Por Hernán Cortés
Curiosidades de la cartelera local. Cuando el año lleva transcurridos apenas cinco meses, se estrenaron en nuestro país tres películas sobre el amor entre mujeres. Primero fue la elogiada Carol (Todd Haynnes), le siguió De ahora y para siempre (Peter Sollett) y ahora es el turno de Tiempo de revelaciones, a cargo de Catherine Corsini. Las tres tienen como común denominador el prejuicio social frente al lesbianismo, aunque en esta última no se da de manera tan incisiva como en las anteriores. Tiene que ver, acaso, con que buena parte de la acción se desarrolla en Paris durante 1971, con el mayo francés aún fresco y el feminismo en pleno auge.
Pero previo a que la Ciudad Luz se convierta en escenario hay que situarse en su periferia. De allí es Delphine (Izïa Higelin), única hija de un matrimonio granjero que trabaja codo a codo con sus progenitores. Ella ya tiene una orientación sexual definida, aunque oculta frente a su familia. Tras un desengaño amoroso con una chica del pueblo ("Tenemos que crecer", es la tibia excusa que recibe), Delphine parte a París a estudiar, donde rápidamente se integra a una agrupación feminista. Esta suerte de célula realiza acciones concretas (tocadas de traste a hombres en la vía pública, escraches a antiabortistas) para revalorizar los derechos de la mujer. Una de sus líderes es Carole (Céline de France), una profesora que vive con su novio y de la que Delphine se enamorará perdidamente.
Corsini intenta despegarse de algunos lugares comunes del tópico, cuestión que sortea en el primer tramo del film (adherir al feminismo sin ser necesariamente lesbiana, que sea la chica "campesina" quien tome la iniciativa para un romance homosexual). La relación, en definitiva, comenzará bien: pese a algunas dudas iniciales, Carole dejará a su pareja y ambas mujeres vivirán un idilio parisino. Pero los problemas surgen cuando una repentina enfermedad del padre de Delphine hará que ésta regrese para hacerse cargo de la granja y Carole decida acompañarla.
Será en este segunda parte donde aflorarán los estereotipos que tanto se buscaban evitar al principio. La tensión entre cosmopolita Carole y la pueblerina Delphine se hará más evidente y se tornará también algo reiterativa. Así, la propuesta divagará por los territorios -no siempre efectivos- de la corrección política (el almibarado epílogo será una consecuencia de este rumbo). Al margen estos reparos, las actuaciones de la dupla protagónica ofrecen la solidez que la temática exigía .
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