Por Hernán Cortés
No podía irse este fin de año sin una película dedicada a la Navidad, y qué más propicio que estrenarla un 24 de diciembre. Navidad con los Cooper se inscribe en esa larga lista de films amables, sin innovaciones que ofrecer (ni tampoco pretenderlas), destinadas amenizar estos días de brindis y celebraciones. Claro que hay algunos de estos exponentes que son mejores que otros.
Algo no anda bien en el seno de los Coooper. Charlotte (Diane Keaton) y Sam (John Goodman) son un matrimonio de casi cuarenta años de vida en común que está madurando la triste decisión de separarse. Quizás el motivo sea el desgaste de la relación después de tanto tiempo, pero hay algo más: un viaje a África que Sam deseaba como nada en el mudo y que quedó trunco porque Charlotte se echó atrás. Aquel proyecto inconcluso parece haberlos marcado para siempre (sobre todo a él). La pareja tiene planeado informarle sus planes a su familia en plena Nochebuena, pero Charlotte convence a Sam de postergar la revelación y pasar las Fiestas junto a los suyos en paz, a modo de "última cena".
Por supuesto, la vida de los hijos de Charlotte y Sam dista de ser perfecta. Eleanor (Olivia Wilde) es una desapegada y cínica dramaturga que, luego de un vuelo demorado rumbo a su casa natal, conoce en el aeropuerto a un soldado a quien le propone simular que sea su novio y así evitar las habladurías de sus padres. El otro vástago, Hank (Ed Helms), de pésima relación con su ex mujer, está desocupado y debe lidiar con sus dos hijos, uno de ellos adolescente. Pero también están Emma (Marisa Tomei), hermana de Charlotte, por quien siempre sintió envidia, Bucky (Alan Arkin), padre de Charlotte y enamorado de una joven camarera (Amanda Seyfried), y Fishy (June Squibb), senil tía de Sam pero que por momentos parece la más cuerda del grupo.
El fuerte de Navidad con los Cooper es el desarrollo de los personajes, cuyos dramas particulares sostendrán gran parte de la película, tanto en los momentos previos como en la caótica reunión. Como es de prever, todas las piezas terminarán encajando. A pesar de sus obvios cliches navideños (la nieve, las compras en el centro comercial, las reconciliaciones), la película de Jessi Nelson, a base de buenas actuaciones, permite pasar un agradable rato. No le pidan mucho más (ni menos).
0 comentarios :
Publicar un comentario