Por Hernán Cortés
Considerado uno de los maestros del cine documental latinoamericano, el trabajo de Santiago Álvarez se dio a conocer al calor de la revolución cubana, de la que el realizador forjó un exhaustivo e innovador registro. Una de las primeras medidas del gobierno de Fidel Castro fue la creación de un instituto de cine en la isla, el ICAIC, del que se desprendía un noticiero dedicado difundir la ideología del régimen. Álvarez estuvo al frente de ese informativo durante casi 30 años, casi hasta su fallecimiento en 1998.
Documental de corte clásico, Krichmar reconstruye un relato coral sobre la vida del realizador con testimonios de colegas (Fernando Birri es el más destacado) y figuras cubanas como Silvio Rodriguez, intercalados con extractos de los informes de Álvarez. Más allá de su adhesión al gobierno cubano y su anti imperialismo ("Mi cine es panfletario", decía), el director tampoco se privada de criticar algunas decisiones oficiales. Sorprende también la calidad de la cobertura de acontecimientos fuera de la isla, como la asunción de Campora en 1973 o el terremoto en Ancash (Perú) en 1970. Los elementos visuales y narrativos que utilizaba eran de vanguardia para aquella época.
Destinado a difundir la obra de Álvarez a las nuevas generaciones (hay un apartado donde jóvenes realizadores visualizan y discuten sus trabajos), El camino de Santiago es un aporte más que valioso que muestra como en aquellos años podían convivir las inquietudes estéticas y el rigor periodístico.
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