Por Hernán Cortés
El gesto adusto de Olivia lo dice todo. Hace varios días que esta actriz treintañera está recibiendo llamados a su celular donde se le reclama una deuda a una tal Lorena Ruíz, a la cual Olivia (Loreto Aravena) ni conoce. Este asedio, cada vez más insistente, no le permite concentrarse en la obra que está por estrenar. Y, por si esto fuera poco, también debe hacerse cargo de su madre, que padece un incipiente Alzheimer.
La directora Isidora Marras parte de una idea interesante (cómo se puede pasar de una simple confusión de datos a un caso serio de robo de identidad) y una paradoja, ya que la victima es alguien cuyo oficio consiste en hacerse pasar por otro. La tensión irá in crescendo, con Olivia sufriendo una amenaza de embargo y la Lorena del título sin aparecer.
Sin embargo, los méritos logrados en el primer tramo del film, donde ganan fuerza los climas y el misterio, se desinflan en la segunda mitad. Amén de la poca relevancia de los personajes secundarios (Paulina García y Lautaro Delgado, dos buenos actores aquí desaprovechados), la resolución del conflicto es tomada tan a la ligera que arruina todo lo que la película prometía.
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