Por Hernán Cortés
Amén de un título ridículo para su estreno local (el original es el más atinado The Hallow), Los hijos del Diablo comparte con otras películas de terror un problema que viene sufriendo el género últimamente: un puñado de buenas ideas que no logran la profundidad necesaria para hablar de un buen film.
Adam (Joseph Mawle) y Claire (Bojana Novakovic) son un matrimonio que, junto a su bebé, se muda de Londres a un pueblo en Irlanda con el sueño de una vida bucólica junto al bosque. Él es un conservadurista que trabaja preservando arboles y demás especies dentro del espacio verde (la película comienza con una bajada de linea acerca del deterioro de los bosques en Irlanda) pero no tardará en recibir la hostilidad de los pobladores, especialmente por parte de su vecino Colm. Es éste quien advierte a Adam sobre la peligrosidad de continuar con sus tareas.
Los hijos de Diablo genera algunos momentos de tensión a base de climas y golpes de efecto iniciales. Pero las cartas se muestran demasiado rápido (no es spoiler): el bosque está habitado por unas extrañas alimañas que pueblan el lugar desde tiempos remotos y que son conocidas como "consagrados" (habría que ahondar en la mitología religiosa irlandesa para más detalles). A partir de allí comienza una lucha encarnizada entre la pareja y estos seres que provocará alguno que otro susto, pero la trama se irá desinflando con el correr del metraje a fuerza de situaciones inverosímiles (sin contar las sosísimas actuaciones). Buenas intenciones pero pocas virtudes para una película a la que le sobran, al menos, veinte minutos.
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