Por Hernán Cortés
A quince años de su irrupción con El asadito -a la que le siguieron un par de películas en su ciudad natal y trabajos en televisión y teatro-, el rosarino Gustavo Postiglione vuelve al cine a través de un policial basado en una obra de su autoría.
La acción transcurre nuevamente en Rosario, donde, más allá de sufrir la violencia actual del narcotráfico, pareciera haber reminiscencias de la época en que la ciudad santafesina era considerada la "Chicago argentina". Bruno (Juan Nemirovsky) y Mabel (María Celia Ferrero) son dos hermanos con una relación conflictiva, prácticamente de amor/odio. Él es chofer de la esposa de un gangster local (Norman Briski) y ella se asume así misma como "topo", es decir, una espía.
La trama maneja el clásico recurso de un investigador interrogando a un sospechoso y su respectiva reconstrucción a través de flashbacks. En este caso, el detective (Gastón Pauls) acusa a Mabel de asesinato doble, lo que llevará la historia hacia dos días atrás. Allí, Bruno recibe la inesperada visita de Mabel, luego de que éste, en complicidad con la esposa del mafioso (Elli Medeiros), se quede con un bolso que "quema" y que pronto vendrán a reclamar. Entre los nervios de Bruno y la compulsiva locuacidad de Mabel se generará un clima de tensión que tendrá consecuencias inesperadas.
Aunque Brisas heladas maneje algunos guiños cinematográficos (hay citas a Steve McQueen y Roman Polanski, un plano secuencia donde se discute sobre...¡un plano secuencia!), la película no logra escapar de ciertos tics televisivos: tanto su puesta como la resolución de algunas situaciones (sobre todo, lo que sucede dentro del departamento de Bruno) recuerdan a "Tiempo Final", aquel unitario que se emitía por Telefé.
Por supuesto, no es impedimento para disfrutar de esta incursión de Postiglione en el género, que realiza -al igual que en sus anteriores trabajos- con una afiliada observación del absurdo y las miserias del pasado.
0 comentarios :
Publicar un comentario