¿Qué hacer para salir de una vida gris, aun cuando ya se está rondando la cincuentena? ¿Se puede soñar con algo por fuera de la rígida disciplina castrense?. Irreductiblemente uruguayo, rodeado de esa atmósfera entre melancólica y detenida en el tiempo propia del cine charrúa, el film de Guillermo Rocamora plantea explícitamente esas preguntas, las mismas que quizás Nélson se haga en la intimidad. De hecho, puede emparentarse a Solo con otra película de su país más o menos contemporánea como Gigante, de Adrián Biniez (argentino pero con base en Montevideo): sus protagonistas son de pocas palabras, taciturnos se diría, pero con un deseo incendiándolos por dentro (el amor de una mujer en el caso del grandote Jara, ganar el certámen por el lado de Nélson).
La actuación de Enrique Bastos, en la que lo gestual dice muchísimo, provoca momentos de ternura (los ratos junto a su madre, llenos de diálogos vacíos, o el encuentro de aquel material perdido, que jamás pasó de la cinta de casete) y uno desea fervientemente que este hombre correcto hasta el cansancio pateé el tablero y se salga con la suya. El final, afortunadamente, no cae en la resolución obvia y cierra de manera digna esta pequeña pero valiosa película de segundas oportunidades.
Solo, de Guillermo Rocamora, se estrenó el jueves y seguirá esta semana en las siguientes salas:
-Artemultilex (desde el 2 de julio)
-Malba (sábados 18 hs)
-Gaumont (desde el 9 de julio)
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