¿Qué
nuevo enfoque se le puede dar a una cuestión que tan inspiradora de películas,
libros y hasta tesis universitarias como la Guerra de Malvinas? La forma exacta de las islas, segunda película de Daniel Casabé y Edgardo
Dieleke, lo intenta ya desde sus títulos iniciales: ”Esta no es una
película sobre la guerra”, se advierte. Patrón al menos ambicioso, si se tiene
en cuenta que es prácticamente imposible disociar a las islas con la
inútil gesta de 1982. Pero lo que le permite tomar distancia al film
de otros de otros “temáticos” como el discreto Los chicos de la guerra (1984), el discutido Iluminados por el fuego (2004) o el “particular” (por calificarlo de
alguna manera) Fuckland (2000) es el espontáneo viraje de su objetivo primario.
Justamente el cine y la literatura ya existente sobre
Malvinas fueron el origen de La forma exacta de las islas. En 2006, la
investigadora Julieta Vitullo viajó a aquel extremo del Atlántico Sur para
terminar su tesis doctoral sobre lo que se filmó y lo que se escribió acerca
del conflicto bélico. Pero un encuentro con dos ex combatientes le cambió
los planes y -podría decirse- la vida. Carlos Enriori y Dacio Agretti
volvían a Malvinas después de veinticinco años y tenían muchas ganas de contar
lo suyo. En lugar de estudiar obras de terceros, Julieta no tardó en
darse cuenta de que valía mucho más la pena vivir -y documentar- su propia
experiencia. Así, entre caminatas por Puerto Argentino y visitas a lugares de
combate como el cerro Dos Hermanas, la cámara de Julieta registró imágenes y
testimonios sin imaginar que serían el germen de una futura película.
La segunda parte de La forma exacta de las
islas (gran título cuyo significado se develará con el
correr del documental) transcurre en 2010, cuando Julieta regresa a Malvinas,
ya en compañía de Casabé y Dieleke y con el proyecto definitivamente
destinado a la pantalla grande. Si en el tramo inicial se indaga sobre el
pasado, aquí se trata de echar luz sobre la cotidianeidad en las islas, algo
que desde Argentina se conoce muy poco. “La vida aquí no es ni mejor ni peor
que en otros lados. Es diferente”, se resignará un holandés que parece ni saber
por qué terminó en Malvinas. Por su parte, un periodista local reclamará la
autonomía de los kelpers.
El documental va y viene sobre
picos emotivos (las vivencias in situ de Carlos y Dacio, una maternidad trunca
de Julieta) en detrimiento de un hilo conductor definido. Pero aunque resulte
algo disparejo, es justo decir que no podría haber sido concebido de otra
forma. Y los roles técnicos, con el equipo de rodaje conformado, son impecables
(especialmente la fotografía, a cargo de Leonardo Hermo). Es evidente que
Malvinas se volvió una cuestión personal para la realizadora, por lo que se
celebra un nuevo aporte para un tema que parece -y está bien que así sea- no
agotarse nunca.
La forma exacta de las islas se estrena este jueves 17 en el MALBA (jueves de julio y agosto a
las 21) y en el cine Gaumont
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