Por Hernán Cortés
Correrse del epicentro del poder militar y abordar la dictadura desde sus actores laterales (la complicidad de la sociedad civil, el rol de la Iglesia, el arrepentimiento de los mandos medios) es el hilo conductor de los tres documentales de la chilena Marcela Said. Ahora, en su segunda película de ficción, la directora arriesga una hipótesis que coloca a los militares como meros títeres del poder económico durante el periodo pinochetista (y cómo los representantes de esta burguesía tienen la facilidad de desentenderse de su pasado).
A esta clase alta colaboracionista pertenece Mariana (Antonia Zeger), una mujer de 42 años hija de un empresario de la construcción que hizo negocios con el gobierno militar. Subestimada por su padre y un marido argentino (Rafael Spregelburd, ya un abonado a los papeles desagradables) al que sólo parece importarle un tratamiento de fertilidad, la vida de Mariana se reparte entre una galería de arte que regentea y, sobre todo, las clases de equitación que toma con Juan (Alfredo Castro), un ex coronel que espera una condena inminente por delitos de lesa humanidad.
Sin tener una objetivo definido -no se sabe si quiere rebelarse a su estirpe, si tiene realmente interés o si simplemente le sobra demasiado tiempo-, Mariana comienza a acercarse a su profesor y a escarbar en su causa, para lo cual se relaciona también con un funcionario de DD.HH. Por su parte, su padre también es citado a declarar, pero tiene la cintura necesaria y los amigos influyentes para limpiar esos "pecados de juventud".
Si bien obtuvo premios en las últimas ediciones de Biarritz y San Sebastián y cuenta con un elenco ajustado, la película luce por momentos tan errática como su protagonista y apela al trazo grueso en más de una ocasión. Da la impresión de que la dictadura y sus consecuencias son un mero McGuffin para otros temas que Said quiso tratar y que sí funcionan mejor: la soledad, los deseos reprimidos, la desaprensión de cierta clase alta y el rol menor -aún hoy- de la mujer en la sociedad chilena.
Nota: En estos tiempos donde se discute la existencia de una producción fílmica con perfil "kirchnerista" y "latinoamericanista" (según denunció el programa de Luis Majul), Los perros debe ser la primera película -al menos en ficción- que menciona con nombre propio al matrimonio Kirchner, y en términos nada favorables. Si hay una intención explícita o si la escena se inscribe en uno de los no pocos subrayados del film, será tema de otra discusión.
0 comentarios :
Publicar un comentario