Por Hernán Cortés
Con excepción de la comentada influencia de La invención de Morel en la serie Lost, los intentos de llevar a las pantallas la obra de Adolfo Bioy Casares no se apartaron demasiado de la literalidad de sus textos. Esto quedó demostrado en las adaptaciones de Sergio Renán (El sueño de los héroes, de 1997) y de Alejandro Chomsky (Dormir al sol, de 2012). Para la transposición de Los que aman, odian -novela escrita entre Bioy y su esposa Silvina Ocampo-, Alejandro Maci se toma algunas libertades respecto al original, pero esas búsquedas no llegan a buen puerto.
Director con amplia experiencia televisiva, Maci se vale de un elenco de renombre pero que -a excepción de la inefable Marilú Marini- no parece demasiado cómodo a la hora de llevar su registro a los años 40, década donde transcurre esta historia de amor, locura y muerte. Guillermo Francella encarna a Enrique Huberman, un médico que decide pasar unas vacaciones en el hotel de su prima (Marini) en Ostende. Allí, en ese entorno de playa y mar, "casualmente" se reencuentra con Mary (Luisana Lopilatto), una joven paciente con la que vivió un romance, quien está allí descansando junto a su hermana (Justina Bustos), su cuñado (Juan Minujín) y el apoderado de la familia. Un niño huérfano completa la galería de personajes.
A diferencia del libro, que poco le dedica al drama romántico para concentrarse en el policial, el primer tramo del film -dominado por las pasiones, los celos y las intrigas- se empantana en una narración morosa, un recargado uso de la música y más de un diálogo declamatorio. Es en la segunda parte, en la que Mary aparece muerta misteriosamente y entra en escena un comisario compuesto por Carlos Portaluppi, donde la trama cobra un poco de aire, pero de todas maneras la película no logra de escapar de una solemnidad general que no le hace justicia al disfrutable libro de ABC y Ocampo.
Que tarado, comentar datos del argumento antes que uno la vea.
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