Por Hernán Cortés
A treinta y cinco años de su inevitable desenlace, la Guerra de Malvinas le ha proporcionado al cine local un corpus con apenas unos pocos resultados aceptables y mayoría de los otros. Si bien aun no apareció "la" película sobre Malvinas, el film de Alex Tossenberger -que el año pasado pasó integró la sección Panorama del Festival de Mar del Plata- está un escalón más arriba que muchos otros intentos de abordar desde la ficción el conflicto armado que sacudió nuestra historia contemporánea.
Tossenberger elige ubicar la acción dramática en el Canal de Beagle, durante los días previos al arribo de los ingleses. Hasta allí llegan dos jóvenes marinos: el ingenuo Ramón (Gastón López Jatib) y el universitario Pablo (Juan Manuel Barrera), destinados a controlar el trafico de buques que circulan por la entrada del canal (el "QHT" del título obedece a un código de ubicación). Ambos soldados estarán a las órdenes de un suboficial autoritario y maltratador (Osqui Guzmán) y de un cabo un tanto más benévolo (Jorge Sesán). Pese a encontrarse en una zona alejada de la línea de fuego y del excepticismo del jefe del grupo, la llegada del enemigo es inminente, del cambio de guardia no hay noticias y la paranoia comenzará a hacer mella en este cuarteto de personalidades opuestas.
Guzmán y Sesán, dos actores que reclaman mayor presencia en la pantalla grande, manejan con eficacia sus roles de policía malo y bueno, lo que les permite generar logrados climas de tensión (los otros dos protagonistas tampoco desentonan). Otra virtud del film son los rubros técnicos, especialmente la fotografía, que regala más de una bella imagen de esa región fueguina.
Puede achacársele a la película bordear por momentos el golpe bajo (algo que a esta altura parece inevitable en el cine en torno a Malvinas) y cierta esquematización en algunos diálogos, pero así y todo no deja de ser un sólido exponente sobre un tema que seguirá siendo carne de rollo fílmico.
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