Por Hernán Cortés
Ganadora de dos premios en la Competencia Argentina del último Festival de Mar del Plata (mejores película y actor), la ópera prima de Tomás De Leone describe la gris cotidianeidad de Pablo (Nahuel Viale), un veinteañero que vive en la localidad portuaria de Quequén. El título del film se debe su trabajo como ayudante de cocina en un hotel, pero Pablo también debe aprender a lidiar con una madre alcohólica (Mónica Lairana) y un padre poco presente que formó una nueva familia (Germán de Silva).
Pablo sueña con abrir su propio restaurante y trata de refugiarse en una "amigovia" (Malena Sánchez), pero escapar de este entorno opresivo no será fácil. Entretanto, integra una bandita de poca monta dedicada al robo de autopartes y liderada por el tan cargoso como violento Parodi (Esteban Bigliardi).
El aprendiz deja un saldo dispar. Ambientada en la década del 90 (emblema de la precariedad laboral y la desilusión juvenil), la película comparte algunos códigos ya tratados con frecuencia por el Nuevo Cine Argentino, a lo que se suma algún desajuste interpretativo (el caso del personaje de Bigliardi, un tanto sobreactuado) como puntos flojos. Pero la sobria puesta visual y la eficacia para manejar algunos momentos de tensión equilibran la propuesta de un director que -como ya lo demostró con su documental La muerte no duele, también estrenado este año- tiene el crédito abierto para sus próximos pasos.
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