Por Hernán Cortés
De haberse dedicado al periodismo, Néstor Frenkel sería un hábil proveedor de lo que en la jerga se conoce como "notas de color". Sus inquietudes como documentalista lo llevaron a bucear en curiosas historias mínimas, aquellas que circulan por los márgenes y con protagonistas para muchos invisibles. Una banda de rock con un baterista con síndróme de down (Buscando a Reynolds), los habitanes de una ciudad del interior anegada por el agua (Construcción de una ciudad) y un excéntrico mago al que le falta un brazo (El ilusionista, dedicado a René Lavand) fueron algunos de los personajes tratados por Frenkel, siempre dejando lugar a la ambiguedad sobre cuánto de interés genuino y cuánto de ironía y/o cinismo hay en aquellos abordajes.
La columna vertebral de Los ganadores es una entrega de premios coordinada por una pareja de conductores de un programa radial de tango. La ceremonia deja ver a una variopinta galería de personajes, muchos de ellos verdaderamente felices de ser distinguidos, aunque da la impresión de que, como se dijo, la manera de retratarlos bordea el límite difuso de aquello de "nos reimos con ellos, no de ellos". Entre lo entrañable, lo bizarro y la sonrisa acaso culposa del espectador transita este documental que, aun en su discutible encuadre, resulta un homenaje para aquellos que abrazan una pasión bien lejos del glamour de los reconocimientos oficiales.
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