Por Hernán Cortés
Resultaría un sacrilegio indagar en la historía de la ventriloquía en nuestro país sin pasar por Chasman y Chirolita. Ícono de la cultura popular durante las décadas de los 70 y 80, la dupla encarnada por Ricardo Gamero y esa extensión de su ser que fue su muñeco provocaba carcajadas frente a las cámaras, pero fuera de ellas hubo una existencia rodeada de misterio. Qué fue de la vida de Mr. Chasman y su criatura es la piedra angular de ¿Dónde estás, Negro? y una excusa para asomarse a un universo tan bizarro como entrañable.
Estrenada en el último BAFICI, el debut de Alejandro Maly está dividido en tres nudos dedicados al derrotero de Chasman & Chirolita, a una camada posterior de ventrílocuos (que cuentan incluso con una agrupación) y a unos pintorescos muñecos, verdaderos protagonistas del film. Las situaciones que se dan a conocer son tan cautivantes que hacen olvidar la elementalidad de recursos, porque, además de algunas imágenes de archivo, ¿qué podía esperarse de un documental sobre ventriloquía sino una avalancha de cabezas parlantes? Brillan así tanto los testimonios de allegados a Chasman como Silvio Soldan y Santiago Bal, como los hilarantes diálogos entre algunos ventrílocuos y sus alter egos ("Él dice lo que yo no puedo decir", es una de las frases más escuchadas).
Algunas anécdotas dan cuenta de una patología casi esquizofrénica en quienes se dedican a esta disciplina (los "celos" de Gamero hacia su muñeco o el "enamoramiento" de uno de ellos), por lo que no hubiese estado de más la voz de algún psicólogo. Pero despejando la impronta freak de la actividad también hay lugar para los momentos emotivos, como la hija de un pionero que recupera sus muñecos perdidos en Centroamérica o la "conversión" del periodista Daniel Riera, que comenzó haciendo una investigación y terminó siendo uno más de la cofradía. De estas historias -de vida, de amor, de locura- está compuesta ¿Dónde estás, Negro?, una bienvenida rareza dentro del cine argentino.
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