Por Hernán Cortés
Basado en una experiencia personal, el debut de la sueca Sanna Lenken es un relato que tiene como ejes las expectativas que depositan algunos padres en sus primeros hijos, la autoexigencia y la alienación que conllevan los deportes individuales y las inquietudes propias tanto de los que transitan la adolescencia como de quienes están por entrar en ella.
Stella (Rebecka Josephson) siempre parece estar a la saga de su hermana Katja (Amy Diamond). De lleno en la preadolescencia, un tanto retraída y con algunos kilos de más, es una testigo silenciosa del protagonismo de Katja -que es un par de años más grande- tanto en el hogar como en el patinaje artístico, deporte que ambas practican pero es la mayor quien claramente sobresale (Stella además tiene un amor platónico con el profesor de su hermana). Claro que para Katja ser una joven promesa no es gratis: la obsesión por autosuperarse la lleva a entrenar sin parar y cuidar su figura en exceso. Allí comenzará a tallar una incipiente anorexia que, pese a no haber una rivalidad explícita, profundizará las diferencias entre ellas (el punto de vista está a cargo de Stella).
Lenken trata con ductilidad esta tensión permanente durante la primera parte del film, donde los padres están prácticamente ausentes (se deja ver que Katja hereda la competitividad de su madre). Es al momento de sincerar los desórdenes alimenticios de Katja donde la trama vira hacia el melodrama familiar y cae en algún que otro exceso (la escena donde los padres la incitan a comer es un claro ejemplo). Pero afortunadamente es el tour de force entre Josephson y Diamond (ambas notables en sus papeles) lo que sostiene este valioso y honesto llamado de atención sobre el trauma de la anorexia.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar