Por Hernán Cortés
Posiblemente se recuerde a 2016 como uno de los años más fructíferos en lo que respecta al cine de amor entre mujeres. Entre varios otros títulos con temática lésbica que se estrenaron en nuestro país, el último arribo viene desde el otro lado de la Cordillera (aunque está coproducida por Argentina): Rara, de Pepa San Martín, narra un caso real en el que una jueza chilena pierde la tenencia de sus dos hijas porque -vaya paradoja- la Justicia considera inmoral que conviva con otra mujer.
El punto de vista recae sobre Sara (Julia Lubbert), una de las hijas de Paula (Mariana Loyola), que a punto de cumplir trece años padece no solo las inquietudes propias de la pubertad (entre ellas, el despertar sexual), sino también las cargas y tironeos típicos de tener padres separados. Y por si esto fuera poco, la particularidad de que en su hogar haya dos "mamás" (la pareja de Paula está interpretada por la argentina Agustina Muñoz, habitué del cine de Matías Piñeyro). Pese a que acepta la situación de su madre -al igual que Cata, su hermana más chica-, las tensiones en su entorno (el padre, la abuela, el colegio) la hacen sentir "rara".
Con sutiles decisiones en lo formal (uso de cámaras subjetivas, encuadres ajustados) y en lo narrativo (más allá de algún barquinazo donde se baja linea, la trama fluye de modo creíble y sin trazos gruesos), San Martín realiza una aguda observación de un sector de la sociedad chilena que, si bien mostró algunos avances progresistas, aún tiene más de un prejuicio a flor de piel. El epílogo del film, tan gélido como contundente, así lo demuestra.
Gran película. Muy recomendable
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