Por Hernán Cortés
Honrosa excepción dentro de la chatura actual del género, El conjuro (2013) había significado un saludable retorno al mejor cine de terror de los años 70 y 80, deudor de directores como Carpenter, De Palma, Romero y Cronenberg. La película de James Wan se centraba en los Warren, una pareja de especialistas en fenómenos paranormales -compuesta por Ed (Patrick Wilson) y Lorraine (Vera Farmiga)- que ayudaba a una familia rural a combatir extrañas presencias dentro de su casa (presuntamente, la historia se basaba en un caso real). Tres años después, el espesor y las buenas ideas de aquel film tienen una secuela también a cargo de Wan, pero esta vez la acción se traslada a Inglaterra.
En esta oportunidad, el año es 1977 y el escenario es una casa de Enfield donde Peggy Hodgson (Frances O'Connor) cría en soledad (fue abandonada por su marido) y con los recursos justos a sus cuatro hijos. Será la pequeña Janet (Madison Wolfe) quien comenzará a notar movimientos inusuales, primero en su habitación (ruidos, rechinares) y luego en el resto del hogar (elementos que se desplazan, visiones espectrales). De hecho, ella misma mostrará signos de estar poseída, mutando voz y rostro. En principio, Peggy hace caso omiso a las inquietudes de Janet, pero los sucesos irán in crescendo, cada vez con mayor violencia y ya con apariciones explicitas (el espíritu de un anciano que reclama la propiedad), por lo que la familia se verá obligada a dejar la casa e instalarse en lo de sus vecinos. El caso llegará a los medios (se habla de un "hogar satánico") y, dadas las reminiscencias al exorcismo anterior en Estados Unidos, los Warren volverán a entrar en escena.
Si el primer tramo de El conjuro 2 resulta un festival de sustos certeros y los climas eficaces, la segunda parte, si bien mantiene el nivel de tensión, se verá teñida de moral y reticencias eclesiásticas. Ed y Lorraine serán convocados en calidad de "veedores" por parte de la Iglesia, desconfiada de que efectivamente haya una presencia demoníaca en lo de los Hodgson. El matrimonio aportará tanto apoyo psicológico (serán orificios por donde la trama se volverá más "terrenal") como elementos concretos para expulsar a los malos espíritus (Ed entrevistará y grabará a Janet con el fin de descifrar el origen de su posesión), pero por sobre todas las cosas primará una disputa entre la fe y la razón. Un sorpresivo giro al final le devolverá al film un vigor que amenazaba con diluirse y demostrará que, aun sin apartarse de los elementos clásicos, se puede seguir haciendo un cine de terror sólido e interesante. Creer o reventar.
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