Por Hernán Cortés
Sensaciones encontradas produce el estreno en nuestro país de The lady in the van. Por un lado, resulta saludable que un complejo multipantalla como Village destine en su grilla un apartado al cine de autor. El problema es que la película de Nicholas Hynter únicamente podrá verse en la sede de Recoleta. Una pena, ya que este emotivo film merece mayor espacio en la cartelera.
El reconocido guionista y dramaturgo Alan Bennett basó este relato en una experiencia propia. A comienzos de los 70, en la reposada zona de Candem Town, donde Bennett vivía, nadie sabe por qué de un día para otro apareció una anciana que estacionó su furgoneta y nunca más se movió de allí. Los vecinos se acostumbraron a vivir con la señora Mary Shepherd -de ella se trataba- y cada tanto la visitaba una asistente social, pero a nadie parecía importarle demasiado la precariedad de esta octogenaria.
Solitario, algo mañoso y no mucho menor que ella, será Bennett el que la cobije, primero permitiéndole ubicar la camioneta en su entrada y más tarde convirténdose en una suerte de cuidador oficial. Este vínculo se extendió por quince años, tiempo en el que Mary se negó a abandonar su vehículo hasta su fallecimiento.
Maggie Smith, de 82 años, realiza una magnífica composición de Mary Shepherd, a la que uno puede imaginar tal cual la representa: una homeless histriónica y caprichosa, pero al mismo tiempo dulce y entrañable. Por su parte, Alex Jennings no se queda atrás con la gestualidad de un Bennett neurótico y amanerado.
Hynter compone con ductilidad esta historia de opuestos (no tan) complementarios, aunque el recurso de disociar a Bennett entre escritor y "persona" suena a lugar común (doble moral que también padece cuando se desvela por una desconocida pero envía a su propia madre a un asilo). Reparos al margen, es la grandiosa Smith -un ejemplo de profesionalismo y, por qué no, de vida- el pilar fundamental de este film irreductiblemente inglés.
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