Por Hernán Cortés
Ambientado en Tumbaya, un localidad jujeña al pie de la Quebrada de Humahuaca, el film de Luján Loico se centra en Isabel (Mercedes Burgos), una quinceañera que vive con su madre y hermano, y que transita las incertidumbres y el afán de nuevas experiencias propios de la edad. Como sucede con muchos jóvenes, el pueblo le va quedando chico y se obsesiona con la idea de partir a la capital, inquietud que comparte con su amiga Sara, la hija del intendente.
La inminente construcción de un hotel spa resulta todo un acontecimiento para el lugar. Hasta allí llega un contingente de obreros e Isabel, de personalidad curiosa y extrovertida, comenzará a verse con uno de ellos bastante mayor (Manuel Vignau). Pero lo que hasta el momento podría a evocar, por contexto (el Norte argentino) y argumento (una menor atraída por un treintañero), a la amable Una estrella y dos cafés (2005), aquí se convierte en un relato que resulta de a ratos pertubador, donde entran en juego el estupro, el despertar sexual, los códigos machistas y la comidilla típica de los pueblos.
Estrenada en la sección Panorama del último BAFICI, la opera prima de Loioco muestra a una cineasta segura de qué contar y cómo hacerlo, con tópicos en común (el limbo entre ser una nena y una mujer, la pérdida de la inocencia, las angustias adolescentes) con otras jóvenes realizadoras como Inés Barrionuevo y Milagros Mumenthäler. Burgos, que caracteriza con total naturalidad a un personaje casi diez años menor (ella tiene 23), es toda una sorpresa y una actriz para seguirle los pasos.
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