Joe Klotz. Música: Marcelo Zarvos. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 109 minutos. Salas: 13.
Pocas películas resultan favorecidas con el nombre que les colocan las distribuidoras locales respecto su título original. No es la excepción The choice, cuya traducción exacta es La decisión pero que en nuestro país fue rebautizada con el insípido En nombre del amor. Esta modificación le resta fuerza a la idea central del film basado en el best seller homónimo de Nicholas Ssparks: qué determinación tomar cuando un ser querido se encuentra ante un cuadro de muerte irreversible, conflicto que la película de Ross Katz desarrolla de un modo edulcorado.
Pero antes de bucear en la bioética En nombre del amor transcurre en gran parte como una comedia romántica. A Travis Shaw (Benjamin Walker) no parece faltarle nada: tiene pinta, amigos, una "amigovia", un descansado trabajo de veterinario en el consultorio de su padre y una bucólica casa frente al río. Al lado se muda Gabby Holland (Teresa Palmer), una estudiante de medicina en pareja con un médico del hospital donde hace prácticas. Un pequeño incidente respecto a sus respectivos perros dará paso a un largo flirteo entre Travis y Gabby que acabará en romance. Habrá complicaciones, claro (el novio de ella, el "filito" de él), pero la piezas encajarán milimétricamente como lo dictan los cánones hollywoodenses.
El giro al melodrama es tan previsible como la lluvia que lo antecede. No conviene adelantar demasiado, solo que uno de ellos se verá obligado a optar por una resolución drástica o guiarse por su fe. Si la película se dividiera salomónicamente en dos mitades, hay que decir que la primera, amén de sus cursilerías y obviedades, exhibe mejor sus méritos (la innegable química entre Palmer y Walker, el gran trabajo del prestigioso DF Alar Kivilo). ¿El resto? Un tímido intento de poner en el tapete el debate sobre la muerte digna pero que termina siendo moralina para la tribuna.
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